Un saldo a tu favor

¿Qué dirían los árboles si pudieran hablar? «¡Sáquenme de aquí!», gritaba un árbol en los días de fuerte tormenta y en las horas de intenso sol… Sin embargo, el jardinero parecía no escuchar sus insistentes súplicas. El árbol sin percatarse profundizaba sus raíces para fortalecerse en la tierra y sobre- llevar la adversidad. Al pasar de los años, y también de numero- sas tormentas, se encontraba frondoso, vigoro- so y lleno de fruto. Esto no hubiera ocurrido si el jardinero hubiera hecho caso de sus ruegos. «¡Sáquenme de aquí!», gritamos nosotros en medio de la tormenta. «¡Sáquenme de aquí!», gritamos en medio del intenso sol. Sin embargo, Dios no responde. Pero no… no se ha olvidado de nosotros. No es que no nos escuche. No es que no nos quiera. Es que quiere que profundicemos nuestras raíces y nos fortalezcamos en Él. ¡Solo nos está ayudando a crecer! Pablo dice: «¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecu- ción, o hambre, o desnudez, o peligro, o espa- da?» (Romanos 8:35).