Dios está interesado en tu vida, y hará cualquier cosa para obtener tu corazón por completo, sin reservas. Él desea una entrega total y absoluta. Nunca le han gustado las cosas a medias: o frío o caliente… ¡nunca tibio! Cuando se le acercaron los fariseos para probarlo y lo cuestionaron acerca de cuál era el mandamiento mayor de la Biblia, Jesús les dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente» (Mateo 22:37 ntv). No hay otro mayor; si Dios tiene todo tu corazón, lo tiene todo de ti: tus deseos, tu voluntad, tus sentimientos, tus pensamientos, tus pasiones, tus impulsos, tus emociones… Cuando le entregamos a Dios nuestra vida, el Espíritu Santo viene a morar en nuestro espíritu, y entonces empieza una lucha de transformación de nuestro corazón. Esta lucha es de todos los días, es un pro- ceso para que nuestra alma y cuerpo se sujeten al espíritu.
