Recompensa a la obediencia

Un adolescente preguntó un día: ¿Cómo es que obedecer reglas y someterme a alguien me hace libre? Esta es una pregunta difícil de contestar, especialmente cuando vemos a nuestro alrededor y notamos cómo en nuestra sociedad distinguimos a los rebeldes o compramos artefactos, como detectores de radares, para infringir las leyes o entramos en el juego del soborno para no ser multados… ¿Quién de nosotros no ha desobedecido las reglas, en alguna forma? Como cristianos, hemos aprendido que la libertad la obtenemos cuando obedecemos las leyes de Dios, no cuando las rompemos. Es importante saber reconocer que, si la raíz del pecado está demasiado enterrada en nuestro corazón, la única forma de encontrar libertad es dando paso a la voluntad de Dios en nuestra vida. Jesús lo dijo muy claramente: «Si me amáis guardaréis mis mandamientos»; dice otra versión: «Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos» (Juan 14:15). Aunque la obediencia debe surgir naturalmente en una relación de amor, Jesús no está sugiriendo que seamos obedientes… lo está exigiendo. Es como los padres, cuando estamos criando…