La humildad y la mansedumbre no son opcionales

Algo que me llama mucho la atención en la Biblia, tiene que ver con Jesús al decirnos «aprendan de mí». Había algo que Cristo quería que aprendiéramos de Él, algo que quería comunicarnos por ser muy importante, algo que estaba presente en Él, que es necesario para el desarrollo espiritual y que trae descanso a las personas. Mientras que el mundo nos enseña: defiende tus derechos, no te dejes, pelea, grita, enfréntate…, Jesús nos enseña lo contrario. Mateo 11:28-29 vrv nos dice: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas». El descanso que Jesús ofreció a todas esas almas cargadas y cansadas estaba supeditado a una fórmula: «llevar su yugo y ser mansos y humildes, como Él», para poder encontrar ese deseado descanso en el alma. Cristo vio llegar individuos ansiosos, preocupados, sin paz, estresados, con problemas, cansados, y les dijo «Aprendan de Mí…», pero cuando estamos en esas circunstancias en lo menos que pensamos es en esa fórmula que Cristo nos enseña, porque en muchos de los casos nos sentimos dolidos, traicionados, defraudados. Sin embargo, el Evangelio que Cristo enseña es un Evangelio al revés de cómo creemos o pensamos.