La guerra estaba arreciando y los israelitas luchaban con sus enemigos acérrimos de toda la vida: los filisteos. David luchaba cuerpo a cuerpo con sus enemigos, al igual que todo su ejército; no había diferencia entre el rey y un soldado raso. La lucha era intensa y se estaba prolongando demasiado. De pronto hace su aparición Isbi-benob, de los famosos gigantes de Gat, que se lanza contra el rey; ¡él no pierde el tiempo con cualquiera! Pero David está ya muy cansado, cansado por la ferocidad de su contrincante y cansado por lo años que lleva a cuestas; en lo más reñido de la pelea, a David se le acaban las fuerzas y queda exhausto. Dice la Biblia que la pura punta de bronce de la lanza del gigante pesaba más de tres kilos, y estaba armado con una espada nueva… que por lo visto quería estrenar. El gigante tenía acorralado a David y dice la Biblia que estaba a punto de matarlo (2 Samuel 21). ¡Vaya! Esta historia no se parece en nada a la historia que todos conocemos de David y el gigante Goliat.
