Estudiando la parábola del sembrador que Jesús compartió y se describe en Mateo 13, vemos que el Sembrador es Cristo, quien siembra la preciosa semilla que es la Palabra de Dios en nosotros, que somos la tierra. Vemos cómo podemos ser tierra buena o tierra mala para que esa semilla fructifique. Pero ¿qué pasa cuando otros quieren venir a sembrar en nosotros semillas dañinas? ¿Qué tan buena tierra somos para ese tipo de semillas? Continuamente estamos expuestos a que lleguen pequeñas semillas imperceptibles y encuentren un lugar fértil en nuestros corazones, donde pueden echar raíces y convertirse en un verdadero y agobiante problema. Hay personas que desde su infancia se les han sembrado semillas de rechazo, de violencia, de desprecio, y que al correr de los años se han convertido en bosques impenetrables con raíces profundas y frutos amargos. Siempre va a existir alguien que quiera sembrar semillas venenosas en ti. La pregunta aquí, es ¿cómo vas a reaccionar? ¿Qué vas a hacer al respecto?
