David le dijo a su hijo: «En cuanto a ti, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele de todo corazón y con ánimo dispuesto» (1 Crónicas 28:9). Este es el mejor consejo: conoce a Dios y, cuando lo conozcas, sírvele con agrado con un corazón perfecto. David continúa: «Pues el Señor escudriña todo corazón y discierne todo pensamiento. Si lo buscas, te permitirá que lo encuentres; si lo abandonas, te rechazará para siempre». Ojalá cada padre le diera este mensaje a su hijo. Conocer a Dios es tener la vida eterna. Uno de los atributos de Dios es su omnisciencia. El Salmo 147:5 dice de Dios: «Excelso es nuestro Señor, y grande su poder; su entendimiento es infinito. No solo conoce lo conocido, sino que también lo que no se puede conocer». 1 Samuel 2:3 dice: «… el Señor es Dios de sabiduría, y por Él son pesadas las acciones». No solo conoce todo, sino que también es el único que puede hacerlo. El conocimiento de los ángeles es amplio, pero ellos no conocen todo lo que Dios conoce. El conocimiento del hombre va en aumento, pero comparado con Dios es una tontería. Dios no obtiene su conocimiento de alguna fuente, porque Él ya lo sabe todo. No hacemos nuestras peticiones de oración para darle a Dios información que Él necesite; Él conoce nuestras necesidades antes de que oremos.
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