Después de muchas meditaciones bíblicas, el evangelista Moody declaró con confianza: «Dios nunca hizo una promesa que fuera demasiado maravillosa como para ser verdad». En el Antiguo Testamento, leemos: «No faltó palabra de todas las buenas promesas que el Señor había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió» (Josué 21:45. Compara con 23:14-15). Años más tarde, Salomón declaró: «Bendito sea el Señor que ha cumplido su promesa y ha dado reposo a su pueblo Israel; ni una palabra ha dejado de cumplir de todas las maravillosas promesas dadas por su siervo Moisés» (1 Reyes 8:56). Ninguna de las promesas de Dios ha faltado. Todas se han cumplido. Los únicos absolutos que podemos proclamar son aquellos que halla- mos en la Palabra de Dios. El hombre tiene conocimientos y puede adquirir más, indepen- dientemente de la revelación de Dios, pero la Biblia testifica de cosas que van más allá de todo eso. Dios muchas veces ha hecho declaraciones en su Palabra de verdad, y ha dado a su pueblo «preciosas y maravillosas promesas» (2 Pedro 1:4). Algunas de sus promesas fueron hechas específicamente a un individuo (Josué 14:9), a un grupo de personas (Deuteronomio 15:18), o incluso a una nación (Hageo 1:13).
