Al dar, se multiplica

Todo el que llega a conocer a Dios de manera íntima se vuelve dador generoso, gozoso, justamente porque Dios Mismo es un Dador a lo grande. Nos dio el más grande de todos los dones: a su único Hijo. Nada valía más que Jesús para Él. El Señor nunca da a medias, ni cosas insignificantes. Dio a Jesús buscando una cosecha multiplicada, lo que significa muchos hijos e hijas que entren en su familia, y la cosecha sigue llegando. Dar por fe es otra forma segura de multiplicar lo que poseemos para afectar vidas para la eternidad, como lo hizo el Padre con Jesús. Nuestro dinero, utilizado de manera adecuada, puede afectar la calidad de nuestra vida en el cielo. «Como está escrito: Repartió, dio a los pobres, su justicia permanece para siempre» (2 Corintios 9:9). Los pobres aquí no son solamente los que no tienen dinero sino también los pobres en espíritu. El rey David se llamó a sí mismo pobre y necesitado (Salmo 86:1),