Abre tu puerta abre tu corazón

Nos llamamos sociedad rápida o sociedad eficiente, pero no sociedad personal. Nuestra sociedad está acondicionada al aislamiento. Llevamos auriculares cuando hacemos ejercicio. Nos comunicamos vía e-mail y mensajes de texto. Entramos
y salimos de nuestras casas por puertas automatizadas. Nuestra premisa es: Yo te dejo en paz, tú me dejas en paz. Pero Dios quiere que su gente sea una excepción. Deja que todos los demás vayan por el camino de las computadoras y los teclados. Los hijos de Dios serán gente hospitalaria. No es ninguna sorpresa que los ancianos fueran hospitalarios (1 Timoteo 3:2). El primer lugar de reunión de la iglesia fue el hogar. Piensa en la genialidad del plan de Dios. La primera generación de cristianos era un compendio de culturas y trasfondos contrastados. Al menos quince nacionalidades distintas escucharon el sermón de Pedro el día de Pentecostés. Los judíos estaban de pie al lado de los gentiles. Los hombres adoraban con las mujeres. Los esclavos y los amos buscaban parecer iguales después de Cristo. ¿Pueden personas de tan distintos trasfondos y culturas llevarse bien entre ellas? Hoy en día nos preguntamos lo mismo. ¿pueden las personas de diferentes culturas o niveles sociales vivir en paz? ¿Puede la gente que piensa diferente llevarse bien?